Hay tres cosas que las gentes sensibles nos animan a todos a repensar cíclicamente: España, el Teatro y la Izquierda. España o, mejor, el Reino de España, es un tema obsesivo en el que han perdido y pierden la cabeza muchas personas en este Reino difuso: algo tan justo y elemental como que en la Cámara territorial de este país se hablen las lenguas del Estado ha causado gran revuelo entre los zombis del viejo imperio. El Teatro se ha recuperado, dicen, y yo lo compruebo asistiendo y disfrutando de ello. Queda la Izquierda. Pertenezco a una generación que cuando practicó antifranquismo (antifascismo, que era la ideología añadida que nos movía) lo hizo desde la izquierda, porque, en líneas generales, la derecha, incluso la más civilizada, no existía como activismo democrático. Al ir saliendo de aquello, no fuimos del todo conscientes de que las clases que daban vida a nuestro empeño igualitario (las así llamadas burguesía y proletariado en la retórica histórica) se estaban ...
Espacio de discusión y planteo de alternativas reales de cambio a este mundo injusto y desigual.