Ir al contenido principal

Textos breves de Eduardo Galeano para personas de izquierdas


En su libro “Espejos”, Eduardo Galeano nos ofrece un relato brevísimo que puede servir para algo tan apasionante como la construcción del socialismo, a partir de los errores pasados. Pero, sobre todo, para apartar definitivamente la idea de que el modelo chino actual pueda servir para algo.




“Berlín, noviembre de 1989. Ferdinando Scianna fotografía a un hombre que empuja una carretilla. A duras penas carga una enorme cabeza de Stalin. La cabeza de bronce ha sido decapitada mientras la furia popular volteaba a martillazos el muro que partía en dos la ciudad de Berlín.
El muro no cae solo. Con el muro se derrumban los régimen que empezaron anunciando la dictadura de los proletarios y terminaron ejerciendo la dictadura de los funcionarios. Se viene abajo la conciencia política reducida a fe religiosa por los partidos que invocaban a Marx, pero actuaban como iglesias inspiradas por aquel dictamen del papa Gregorio VII: La iglesia nunca se ha equivocado y, según los testimonios de la Escritura, no se equivocará jamás.
Sin derramar una lágrima, y ni una sola gota de sangre, en todo el este de Europa el pueblo asiste, cruzado de brazos, a la agonía del poder que actuaba en su nombre.
Mientras tanto, en China, Deng Xiao-ping, el heredero de Mao, lanza la consigna Hacerse rico es glorioso. Y al servicio del glorioso enriquecimiento de sus dirigentes, China ofrece al mercado mundial sus millones de brazos muy baratos y muy obedientes, y su aire, su tierra y su agua, su naturaleza dispuesta a la inmolación en los altares del éxito.
Los burócratas comunistas se convierten en hombres de negocios. Para eso habían estudiado “El Capital”: para vivir de sus intereses.”

Cuatro frases que hacen crecer la nariz de Pinocho


La salud del mundo está hecha un asco. 'Somos todos responsables', claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie lo es.

1 Somos todos culpables de la ruina del planeta.

La salud del mundo está hecha un asco. 'Somos todos responsables', claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie lo es. Como conejos se reproducen los nuevos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más alta del mundo: los expertos generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad. Ellos fabrican el brumoso lenguaje de las exhortaciones al 'sacrificio de todos' en las declaraciones de los gobiernos y en los solemnes acuerdos internacionales que nadie cumple. Estas cataratas de palabras -inundación que amenaza convertirse en una catástrofe ecológica comparable al agujero del ozono- no se desencadenan gratuitamente. El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. Pero las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20 por ciento de la humanidad comete el 80 por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables. La señora Harlem Bruntland, quien encabeza el gobierno de Noruega, comprobó recientemente que si los 7 mil millones de pobladores del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados de Occidente, "harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades". Una experiencia imposible. Pero los gobernantes de los países del Sur que prometen el ingreso al Primer Mundo, mágico pasaporte que nos hará a todos ricos y felices, no sólo deberían ser procesados por estafa. No sólo nos están tomando el pelo, no: además, esos gobernantes están cometiendo el delito de apología del crimen. Porque este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo.

2 Es verde lo que se pinta de verde.

Ahora, los gigantes de la industria química hacen su publicidad en color verde, y el Banco Mundial lava su imagen repitiendo la palabra ecología en cada página de sus informes y tiñendo de verde sus préstamos. "En las condiciones de nuestros préstamos hay normas ambientales estrictas", aclara el presidente de la suprema banquería del mundo. Somos todos ecologistas, hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación. Cuando se aprobó en el Parlamento del Uruguay una tímida ley de defensa del medio ambiente, las empresas que echan veneno al aire y pudren las aguas se sacaron súbitamente la recién comprada careta verde y gritaron su verdad en términos que podrían ser resumidos así: "los defensores de la naturaleza son abogados de la pobreza, dedicados a sabotear el desarrollo económico y a espantar la inversión extranjera". El Banco Mundial, en cambio, es el principal promotor de la riqueza, el desarrollo y la inversión extranjera. Quizás por reunir tantas virtudes, el Banco manejará, junto a la ONU, el recién creado Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Este impuesto a la mala conciencia dispondrá de poco dinero, 100 veces menos de lo que habían pedido los ecologistas, para financiar proyectos que no destruyan la naturaleza. Intención irreprochable, conclusión inevitable: si esos proyectos requieren un fondo especial, el Banco Mundial está admitiendo, de hecho, que todos sus demás proyectos hacen un flaco favor al medio ambiente. El Banco se llama Mundial, como el Fondo Monetario se llama Internacional, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington. Quien paga, manda, y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come. Siendo, como es, el principal acreedor del llamado Tercer Mundo, el Banco Mundial gobierna a nuestros países cautivos que por servicio de deuda pagan a sus acreedores externos 250 mil dólares por minuto, y les impone su política económica en función del dinero que concede o promete. La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques.

3 Entre el capital y el trabajo, la ecología es neutral.

Se podrá decir cualquier cosa de Al Capone, pero él era un caballero: el bueno de Al siempre enviaba flores a los velorios de sus víctimas... Las empresas gigantes de la industria química, petrolera y automovilística pagaron buena parte de los gastos de la Eco 92. La conferencia internacional que en Río de Janeiro se ocupó de la agonía del planeta. Y esa conferencia, llamada Cumbre de la Tierra, no condenó a las transnacionales que producen contaminación y viven de ella, y ni siquiera pronunció una palabra contra la ilimitada libertad de comercio que hace posible la venta de veneno. En el gran baile de máscaras del fin de milenio, hasta la industria química se viste de verde. La angustia ecológica perturba el sueño de los mayores laboratorios del mundo, que para ayudar a la naturaleza están inventando nuevos cultivos biotecnológicos. Pero estos desvelos científicos no se proponen encontrar plantas más resistentes a las plagas sin ayuda química, sino que buscan nuevas plantas capaces de resistir los plaguicidas y herbicidas que esos mismos laboratorios producen. De las 10 empresas productoras de semillas más grandes del mundo, seis fabrican pesticidas (Sandoz, Ciba- Geigy, Dekalb, Pfiezer, Upjohn, Shell, ICI). La industria química no tiene tendencias masoquistas. La recuperación del planeta o lo que nos quede de él implica la denuncia de la impunidad del dinero y la libertad humana. La ecología neutral, que más bien se parece a la jardinería, se hace cómplice de la injusticia de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire puro y el silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que pueden pagarlos. Chico Mendes, obrero del caucho, cayó asesinado a fines del 1988, en la Amazonía brasileña, por creer lo que creía: que la militancia ecológica no puede divorciarse de la lucha social. Chico creía que la floresta amazónica no será salvada mientras no se haga la reforma agraria en Brasil. Cinco años después del crimen, los obispos brasileños denunciaron que más de 100 trabajadores rurales mueren asesinados cada año en la lucha por la tierra, y calcularon que cuatro millones de campesinos sin trabajo van a las ciudades desde las plantaciones del interior.Adaptando las cifras de cada país, la declaración de los obispos retrata a toda América Latina. Las grandes ciudades latinoamericanas, hinchadas a reventar por la incesante invasión de exiliados del campo, son una catástrofe ecológica: una catástrofe que no se puede entender ni cambiar dentro de los límites de la ecología, sorda ante el clamor social y ciega ante el compromiso político.

4 La naturaleza está fuera de nosotros.

En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió. Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista., los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoniaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.

Eduardo Galeano 29-11-2009

Comentarios

Entradas populares de este blog

ACOMIADAMENT FORA DE LA LLEI

El passat dilluns, 21 d'octubre, van acomiadar la meva dona de la feina. Malauradament, un fet gens estrany en els temps que corren . Tot i que la van fer fora de manera improcedent, van al·legar causes objectives descrites a l'Estatut dels Treballadors, per així només haver de pagar 20 dies de sou, per any treballat. Fins aquí una situació normal en "aquest país normal”: alguns empresaris que intenten pagar el mínim possible. Però si toca pagar 45 dies fins al mes de febrer de 2012 i 33 dies fins el dia de l'acomiadament, i en realitat aquestes causes objectives no són reals, s’hauria de complir i pagar el que correspon. El problema s'agreuja quan en aquest cas que ens ocupa, l'empresari és l'Associació de Professionals d’Activitats Turístiques de Cadaqués (APAT Cadaqués). És a dir, una associació d'empresaris. Què podem pensar d'aquesta associació d'empresaris, representada per una Junta, que hauria de ser exemplar en la manera de fer de...

Trobaré a faltar

Comença el ball de cadires i terrasses. Les nostres façanes recuperen el seu blanc impol·lut i aviat la processó de barques cap a l'aiga marcarà el principi de la temporada. El tret de sortida de vuit mesos que cada vegada es fan més massius i esbojarrats. Estem de moda. La massificació i les presses empenyaran cap a la voràgine a tots aquells que vivim del turisme, que som la gran majoria. Trobaré a faltar la calma. L'allau de gent, la falta d'espai, d'allotjaments, d'educació sovint i un cert grau de "colonialisme" dels nou vinguts, arracona durant aquest temps el tarannà tranquil del que tant gaudim a l'hivern, cada cop més curt. Trobaré a faltar el temps. Es nostro temps. Trobaré a faltar les ribes buides. Trobaré a faltar el temps de fer-la petar, de preguntar-nos per la familia. Trobaré a faltar el cafè a la terrassa buida del Casino i els seus cinc gossos que juguen cada matí a la platja, feliços de retrobar-se. Trobaré a faltar el soroll del ma...

El mundo se nos va de las manos

El mundo se nos va de las manos, la sociedad se nos va de las manos, si alguna vez estuvo en nuestras manos, hoy ya ha tomado un camino sin retorno, y aunque es paradójico somos consciente de ello. El triunfo de Trump planteó un antes y un después en la forma de hacer política, y no idealizamos con esto la forma de hacer política antes de Trump, porque no lo fue, ni lo ha sido, y el peor ejemplo podría ser el Nazismo de Goebbels, quien con el “miente miente que algo queda” sirve hoy de guía a este nuevo fascismo, más sofisticado y universal. Trump descaradamente utilizó las fake news, pero si antes se hacían, él las perfeccionó, las profesionalizó, utilizando los servicios de su archienemigo, o muy amigo, Rusia, un hecho más que probado. A esta forma de hacer política la exporto, a Europa primero, de donde nunca se había ido la extrema derecha pero que ahora con un aliado tan poderoso, con una máquina imparable de hacer fake news, ya podría empezar a moverse la izquie...